miércoles, 11 de septiembre de 2013

Un hombre atemporal

En ocasiones ocurre saber que estamos ante un gran hombre. Y sobrevienen la humildad y el respeto. Esos con los que también él trata al mundo. Dieter Baumann es un hombre sencillo. Sencillo hasta la transparencia. Y complejo. Refinadamente complejo y sutil. De una elegancia de espíritu suprema. Totalmente ajeno a los jueguecitos manipulativos de poder, imagen y seducción a los que tan aficionado es el ego. Sabio. Austero. Atemporal.

martes, 10 de septiembre de 2013

Para conocer nuestro ánimus/ánima (Según Dieter Baumann)

Según el nieto de Jung, para conocer las características de nuestro ánimus o ánima, es necesario estudiar las decepciones amorosas. Las diferencias entre la persona que creimos que era nuestro amado/a cuando nos enamoramos, y la persona que realmente encontramos. Las diferencias entre la proyección que hicimos y la realidad. En opinión de Dieter, no hay otra manera.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Una sesión de análisis jungiano... con el nieto de Jung

Una sesión de análisis jungiano con Dieter Baumann, al parecer, el único nieto de Jung que ha seguido su orientación, es como un encuentro atemporal con el Anciano Sabio paradigmático, y a la vez, una impecable demostración de técnica e intuición, puestas al servicio del cuidado del alma de un ser humano. Yo, en este caso, por cierto. No me conocía más que de verme durante varios días por el seminario, pero me "vio" en un momento. Y, a continuación, cogió el brevísimo sueño que yo le llevaba (el de esa misma mañana, justo antes de despertar, aún fresquito y coleando), y lo desmenuzó hasta la exhaustividad, durante una memorable hora y media, con una profundidad y un acierto supremos. Tiene 86 años, y se lo ve muy cerca ya del límite. Me alegro de estar teniendo la oportunidad de asistir a ese maratoniano seminario de diez días (lo ha prolongado dos). Y de esa sesión personal, austera y entrañable, con un maestro... de los que ya no quedan. Mis respetos, anciano.

De seminario con el nieto de Jung

Un seminario de 8 días con Dieter Baumann, nieto del mismísimo Carl Jung, podría ser considerado... eso, un seminario con el nietísimo. Pero me habían asegurado que no. Que el hombre era, por derecho propio, alguien a quien valía la pena conocer y oir. Así que en ello estoy, tarde tras tarde, en un viejísimo chalet de la costa y en compañía de una docena de personas de lo más heterogéneo, reunidas en torno a una claudicante mesa de pin pon. Dieter, que pasó sus años de adolescencia, coincidentes con la Segunda Guerra Mundial, en casa de su abuelo, en la Suiza neutral, y continuó siendo formado por éste hasta su fin en 1961, es un anciano... inocente, con la inocencia recobrada que dan la edad y la sabiduría. Conozco prácticamente todo aquéllo de lo que habla. Pero a cada momento me sorprendo re-entendiendo las cosas de una manera nueva, con una nueva profundidad y un nuevo sentido. Y los insights no paran de tomarme por asalto. Parece que sí, que es algo más que el nietísimo.

sábado, 10 de agosto de 2013

El legado de la Walquiria

"La Walquiria (opera de Wagner) nos cuenta algo sobre el esfuerzo y el sufrimiento del alma, y de como evolucionamos psicologicamente a traves de experiencias que nos hacen cambiar. Al igual que todos los personajes de El Anillo (del Nibelungo), no podemos controlar los acontecimientos o hacer que las personas nos amen como deseamos ser amados. lo que hacemos cuando "asi son las cosas" es el desafio que la vida nos presenta: Crecer al nivel del alma por lo que escojamos o vernos disminuidos por lo que hagamos. En quien nos convertimos como resultado de nuestra respuesta a la vida lo dice la historia interior de cada uno." (J. S. Bolen)

Anima y animus

"El anima de un hombre es lo que le empuja a ser fiel a quien ama y leal a los que le aman y dependen de el; ella pone la compasion por encima de los principios abstractos de clemencia y autoridad". (J. S. Bolen).Y, annado yo, el animus de una mujer es el que le da la fuerza para preservar su integridad y no traicionarse a si misma en nombre del amor o la compasion. Todo ello, claro esta, en el caso de un anima o un animus maduros.

Codependientes

"Cada vez que no obramos espontaneamente o no hablamos verazmente por no ser culpables de contrariar a alguien que nos hace responsables de su ira, somos codependientes." (J. S.  Bolen)

martes, 25 de junio de 2013

sábado, 23 de marzo de 2013

Repetición

"Siempre me pasa lo mismo", nos decimos al vernos de nuevo metidos en la misma historia de siempre, en el mismo "surco rayado" de nuestro disco psíquico. Y es que la vida tiene una curiosa manera de hacernos "repetir curso". De ponernos una y otra vez ante las mismas situaciones no resueltas, hasta que aprendemos.

O, dicho con otras palabras, las mismas formas de ser y hacer conducen, inapelablemente, a los mismos resultados. Ver y comprender esto tan simple -y actuar en consecuencia- acaba con -parafraseando a Nietzsche- "el eterno retorno de lo mismo".

lunes, 11 de febrero de 2013

Errores


"Siempre que cometas un error, repáralo doblemente."
(Silo)

Esto no es opcional, pienso. Cada vez que erramos -es decir, todos los días- la vuelta al equilibrio, interno y externo, requiere -como mínimo- un doble trabajo.
Y, a veces, mucho más.

viernes, 1 de febrero de 2013

Triángulos

Hablar, con la madre, del hermano y sus problemas (y de los problemas que me produce a mí).
Hablar, con la hija, de la otra hija y sus problemas (y de los problemas que me produce a mí).
Hablar, con la amiga, del novio y sus problemas (y de los problemas que me produce a mí).
Hablar, con el hijo, del padre y sus problemas (y de los problemas que me produce a mí).
Ad infinitum.

"Es que tu hermano..."
"Es que tu padre..."
"Es que mi novio..."
Ad infinitum.

Convertirse en consejero de la madre acerca de cómo tiene que tratar con (o a) el otro hijo.
Convertirse en consejero del padre acerca de cómo tiene que tratar con (o a) la madre.
Ad infinitum.

Triángulos. Triángulos inacabables en que la energía que debería ponerse en una relación directa con el "objeto de mi preocupación" se va por la cañería de "aconsejar" o "dejarme aconsejar" por el tercero en discordia.

Si quiero arreglar algo con alguien, mejor relacionarme directamente con ese alguien que hacerlo (mejor dicho, no hacerlo) por interpósita persona.

Si tengo problemas con alguien, mejor dirigirme directamente a ese alguien que ocultar mi resistencia a afrontarlo, dedicándome a quejarme con otro diferente al aludido.

Los triángulos llevan la comunicación por el canal que no es.
Son ineficaces.
E impiden arreglar los problemas de los que nos estamos quejando.

Como decía un slogn leído en Facebook, "En lugar de hablar de mí, habla conmigo".

Mucho mejor.

sábado, 26 de enero de 2013

Verdad verdadera

“NO TE PREOCUPES PORQUE TUS HIJOS NO TE ESCUCHAN. 
TE OBSERVAN TODO EL DIA”.

Madre Teresa de Calcuta

viernes, 25 de enero de 2013

Del "yo", el "no yo", el holón y las meigas


Ninguno de los modelos del "yo" (o del no "yo") por mí conocidos, me parece satisfactorio.
Desde el ingenuo concepto del sentido común, que acepta sin discusión la existencia inamovible de ese ente, como mínimo, discutible, al nothingbutelsery (reduccionismo, en cristiano) del pensamiento budista, advaita et al., que lo niega, sin más (en lo que acuerdan, por cierto, de manera total, con un compañero de viaje tan sorprendente cono Skinner, cuya crítica a la fe en lo que él llama "el homúnculo" interno, tal y como se desarrolla en "Más allá de la libertad y la dignidad" se parece, como una gota de agua a otra, a esas formulaciones tan supuestamente alejadas); pasando por los esquemas de la psicología cognitivael complejo autónomo jungiano y todo lo que se me ocurre y recuerdo en este momento, incluyendo el río heraclitano en el que uno nunca se baña dos veces, todo ello, digo, me sabe más a margarina que a mantequilla, y más a hueva de lumpo que a caviar beluga (un brindis, no obstante, por el sacrificado ego freudiano, con su utilísimo papel mediador entre las demandas del "id" y las del superyo, y cuya debilidad explicaría gran parte de lo que entendemos por psicopatología).
Soy consciente de que, no siendo ningún mapa más que una simplificación del territorio, no se le puede pedir a un modelo más de lo que puede dar. Pero, incluso así, hay mapas y mapas, y con algunos es posible pasearse por el terreno sin perderse demasiado, mientras que con otros, o acabas en Acapulco cuando ibas a Copenhague, o pasas por delante del Himalaya y va y resulta que no estaba señalado en tu papel.
Tal vez del "yo", como de tantos otros conceptos en psicología y asimilados, se pueda decir que es sólo un "constructo inobservable". Pero, como también decía (esta vez hablando del denostado rasgo) no recuerdo qué ilustre psicólogo, "yo no creo en meigas, pero haberlas, haylas". Y es que hay constructos de muy difícil prescindencia, por muy inobservables que se nos presenten.
Si echo un vistazo a todo lo que conozco (que no es mucho), una de las formulaciones más interesantes y omniabarcadoras que podrían servir para dar cuenta (entre otras muchas cosas) de la "forma" del escurridizo "yo", como parte constitutiva de la realidad de la que la que pretende dar cuenta la teoría, es la síntesis que hace Wilber, en el capítulo 2º y siguientes de Sexo, Ecología, Espiritualidad, del concepto koestleriano de Holón, las ciencias sistémicas y otros cuantos ingredientes más, para dar a luz a lo que él (Wilber) llama "los veinte principios básicos (o conclusiones) que representan lo que podríamos llamar las "pautas de la existencia", "tendencias de la evolución", "leyes de la forma" o "propensiones de manifestación"... pautas y tendencias comunes... que operan en los tres dominios de la evolución: la fisiosfera, la biosfera y la noosfera; por tanto son tendencias que hacen que este universo sea un uni-versum ... o un pluralismo emergente entrelazado por patrones comunes, los patrones que conectan...".  Una intención ciertamente ambiciosa... pero que, a su nivel, funciona muy requetebien.
Wilber comienza por afirmar que la realidad no está constituida por cosas o por procesos, sino por holones. Es decir, por totalidades que son, simultáneamente, parte de otras totalidades, en un entramado infinito tanto hacia arriba como hacia abajo.
Los holones mostrarían además, cuatro capacidades fundamentales: autopreservación, autoadaptación, autotrascendencia y autodisolución.  Un holón presenta, pues, un patrón relativamente autónomo y coherente, es capaz de relaciónarse, adaptarse, , incorporar, asimilar, trasformarse (y transformar), trascenderse, y, con todo ello, seguir siendo él mismo, en dinámica... hasta su disolución.
Wilber, de nuevo: "Podemos llamar a estas tendencias... individualidad y comunión del holón. Su individualidad -tendencias autoasertivas, autopreservadoras, asimiladoras- expresan su totalidad, su autonomía relativa, mientras que su comunión -sus tendencias participativas, conectivas, unificadoras- expresan su parcialidad, su relación con algo más grande. Estas dos tendencias son absolutamente cruciales e igualmente importantes; un exceso de una de ellas matará al holón inmediatamente (por ejemplo, destruyendo su patrón identificativo), incluso un pequeño desequilibrio le llevará a una deformación estructural... Un desequilibrio de estas tendencias en cualquier sistema se expresa como individualidad patológica (alienación y represión) o comunión patológica (fusión e indisociación)."
Desde mi punto de vista, todo lo que Wilber afirma del holón puede ser provechosamente aplicado a la comprensión del yo, a modo de un campo de forma a la vez fluido y permanente, capaz de automamtenimiento y de cambio, de individualidad y de trascendencia, de ser y de proceso.
Desde esta clase de punto de vista, la utilidad del concepto de "yo" como parte de la explicación de "lo que somos" me parece indiscutible, y su prescindencia, una automutilación inútil en aras de un reduccionismo salvaje... o de un ideologismo, sin más.
Si utilizamos el tetralema, observaremos que este tipo de conceptualización, más allá de la afirmación y de la negación, las abarca a ambas (afirmación y negación) en una paradoja fructífera.
Aunque, probablemente, la realidad a la que apuntan todas las palabras y todos los conceptos, sin poder alcanzarla jamás, acabe llevándonos al lugar donde ni la afirmación ni la negación tienen sentido.
Pero esa es otra historia, y ha de ser contada en otro momento.

miércoles, 23 de enero de 2013

Pero...

...conviene recordar que ni orientación terapeutica ni terapeuta son más que instrumentos en manos de un ser humano dispuesto a realizar su viaje interior.
El que demanda la terapia es el verdadero protagonista de la película.
Lo demás, como mucho, partenaire.
Más o menos, also starring.

Terapeuta y mito terapéutico

En psicología, es más importante el terapeuta que el tipo de terapia.
Y es que, en una ciencia en la que intervienen tantísimas variables, ocurre, como decía un viejo profesor, padre de la psicometría española (el Dr. Mariano Yela), que lo que vale la pena, no sabemos medirlo, y lo que sabemos medir, muchas veces, no vale la pena.
Sea como fuere, lo que sí sabemos es que todas las orientaciones funcionan, y todas las orientaciones no funcionan, dependiendo de las manos (y el corazón, y el cerebro) de quienes las usen. Si bien es importante que nos sintamos cómodos con la orientación a utilizar, las variables que más importan son las del terapeuta. Su calidad humana, su madurez, su empatía, su autenticidad, su nivel de conciencia.
Ningún terapeuta, use la técnica, la orientación o el "mito terapéutico" (que así se les ha llamado también) que use, puede acompañar a nadie a ningún sitio en el que no haya estado o al que no esté dispuesto a ir. Y ninguna técnica, orientación o mito terapéutico funcionará, por sí mismo, sin un verdadero terapeuta (lo que no significa perfección, soberbia ni manía, sino simple vocación, formación, sentido común y calidad humana) que los use y los dote de sentido.
Y, por otra parte, ni el mejor de los terapeutas con la mejor de las orientaciones y técnicas, es válido para todos los pacientes. Además de todo lo demás, y valga la redundancia, tiene que haber química. Como en la amistad, el amor o cualquier relación humana digna de este nombre.
Porque eso es la terapia. Un tipo especial de relación humana. Un acompañamiento en el viaje de un ser humano, en el que quien acompaña, por cierto (que también está realizando su propio viaje), ha de ponerse en juego, conjugar el valor con la prudencia, reconocer, aceptar, cuidar, amar, empujar, retar y contener. En proceso. Entre otras muchas cosas. Por cierto, que el terapeuta aprende y cambia y se explora y conoce y reconoce a la vez que acompaña. Porque eso es lo que ocurre en las relaciones humanas. Que implican a todos los que verdaderamente se implican. Y que transforman a todos los que en ellas participan.
Es, pues, aconsejable buscar un terapeuta "que nos vaya". Sabiendo que habrá momentos en que la relación dolerá, porque nos retará, nos confrontará y nos empujará a mirarnos con la mirada de la verdad (y a aceptar lo que vemos). Pero también que nos reconocerá, nos amará sin dependencias y nos ayudará a enfrentarnos con algo que da mucho más miedo que nuestra oscuridad: Nuestra luz. Nuestro potencial. Nuestros talentos, posibilidades y capacidades. Nuestras heridas y también nuestros dones. Esos de cuyo desarrollo somos responsables. Para poder vivir (más o menos) en paz.